Lo dicen las autoridades y la voz de la calle: Cada vez son menos los cubanos, sobre todo los jóvenes, que optan por el matrimonio para formalizar la unión de la pareja y establecer una familia. Lo dicen las autoridades y la voz de la calle: Cada vez son menos los cubanos, sobre todo los jóvenes, que optan por el matrimonio para formalizar la unión de la pareja y establecer una familia.
Lo “más práctico” afirman, es establecer la convivencia “sin tanto papeleo que no garantiza la felicidad y si se acaba el amor, pues cada uno por su lado y todos felices”.
Para los más viejos, aun convencidos de la sacralidad del matrimonio, “esas modernidades solo conducen al relajo y la promiscuidad”, aunque para sus nietos vivir en pareja sin casarse no es ningún problema, porque incluso los hijos nacidos dentro de esa unión informal tienen, por ley, los mismos derechos que “los oficiales”.
Algunos le achacan a esta tendencia un carácter económico, pues “el que se casa, casa quiere” y el acceso a la vivienda es uno de los grandes problemas del país.
La preocupación de las autoridades se basa en cambio, en que ello pueda influir en la bajísima tasa de natalidad.
Y hasta la Iglesia anda de capa caída, pues si hace solo unos años el matrimonio por la iglesia se puso de moda ya son muy pocos los dispuestos a invertir un dineral en esa ceremonia que, dicen ahora, “ya resulta un poco chea”.
