A falta del Capitolio, sumergido en la oscuridad en las noches habaneras por una prolongada reconstrucción, el Gran Teatro de La Habana, rebautizado Alicia Alonso, emerge en este 2016 como un nuevo punto de referencia del centro de la ciudad. A falta del Capitolio, sumergido en la oscuridad en las noches habaneras por una prolongada reconstrucción, el Gran Teatro de La Habana, rebautizado Alicia Alonso, emerge en este 2016 como un nuevo punto de referencia del centro de la ciudad.
Visitantes y nativos contemplan asombrados su fachada, que profusamente iluminada luce como nueva luego de tres años de restauración del enorme edificio erigido a principios del siglo XIX para acoger entonces al Centro Gallego y reabierto al 1 de enero con una gala del Ballet Nacional de Cuba (BNC) a la que asistió toda la plana mayor del país.
“Es precioso”, afirman los cubanos sin poder hallar más adjetivos, mientras los turistas no cesan de tomar fotos a esta mole espectacular que ahora funge como “centro multipropósito” con tres grandes salas, el Tablao Flamenco para grupos de pequeño formato; el Café Intermezzo, La Cava, para compartir en un ambiente íntimo la degustación de vinos, y áreas para exposiciones.
Pero su centro sigue siendo la sala García Lorca, sede del BNC, remodelada con tecnología de punta y el lujo de sus mejores años, y por donde pasaron también Enrico Caruso, Ana Pávlova, y los grandes músicos cubanos Ignacio Cervantes y José White.
