La batalla campal que llevan a cabo las autoridades cubanas contra el mosquito aedes aegypti, con el apoyo incluso de miles de militares y policías, no parece ser solo una campaña contra el indeseable zancudo, sino también contra todo aquellos que deteriora la higiene de las ciudades cubanas y de La Habana en particular. La batalla campal que llevan a cabo las autoridades cubanas contra el mosquito aedes aegypti, con el apoyo incluso de miles de militares y policías, no parece ser solo una campaña contra el indeseable zancudo, sino también contra todo aquellos que deteriora la higiene de las ciudades cubanas y de La Habana en particular.
Según trascendió en una reciente reunión sobre la marcha de esas labores del presidente Raúl Castro con los directivos de los organismos implicados, en solo unas semanas, de los más de 9.000 salideros de aguas limpias reportados, quedó resuelto el 76,2%, mientras que de 4.647 vertimientos de aguas albañales, 3.477 fueron reparados.
Tales datos han llevado a numerosos habaneros a preguntarse “qué estuvieron haciendo durante todo el tiempo anterior los encargados de resolver ese problema en las empresas Aguas de La Habana y de Servicios Comunales”, pues los salideros de agua potable o residuales son un mal que prolifera en la capital desde hace muchos tiempo.
Otros han sacado una cuenta simple al asegurar que si esas cifras no son un “globo inflado” evidencian que la justificación eterna de las empresas sobre la “falta de recursos” es un cuento, porque al parecer estos aparecieron ahora, sin muchas dificultades, y esperan que no se pierda el impulso para erradicar los que quedan.
