“Pánfilo no da tregua” es el comentario que se escucha con frecuencia en los corrillos habaneros después de cada lunes, cuando el programa de televisión “Vivir del cuento” sale al aire y Pánfilo, su protagonista, hace de las suyas criticando en clave de humor todo lo humano y lo divino de la realidad cubana actual. “Pánfilo no da tregua” es el comentario que se escucha con frecuencia en los corrillos habaneros después de cada lunes, cuando el programa de televisión “Vivir del cuento” sale al aire y Pánfilo, su protagonista, hace de las suyas criticando en clave de humor todo lo humano y lo divino de la realidad cubana actual.
En una de sus últimas entregas “subió la parada” al soñar que asistía junto a los vecinos del barrio al velorio de la libreta de abastecimientos, ese mecanismo criticado y defendido al mismo tiempo, mediante el cual el gobierno vende a precios más que subsidiados una parte de la canasta básica a todos los cubanos, sin excepción.
A moco tendido, Pánfilo lamentó el fallecimiento de “ella”, que se puso “cada vez más delgada”, en alusión a que han disminuido paulatinamente los productos que garantiza. Y llamó a los vecinos a avisar a los “dolientes”, entre ellos a la carne de res “a la que fue muy difícil localizar”; al arroz y los frijoles, “que siempre se ha mantenido fieles a ella”, y a la leche fresca, criticada por todos porque “fue la primera que la abandonó”.
Algunos interpretaron el programa como un llamado a liquidar la libreta, la cual muchos quieren que desaparezca, aunque reclaman, paradójicamente, que sus beneficios se mantengan, cosa bien difícil para una economía tan precaria como la cubana.
