Si la visita de Barack Obama a La Habana todavía sigue dando qué hacer en la prensa cubana e internacional y en las redes sociales con opiniones a favor, en contra, o todo lo contrario, los habitantes de La Habana tampoco pasaron por alto las andanzas, aunque en un plano más discreto, de Michele, Malia, Sacha y hasta la abuela. Si la visita de Barack Obama a La Habana todavía sigue dando qué hacer en la prensa cubana e internacional y en las redes sociales con opiniones a favor, en contra, o todo lo contrario, los habitantes de La Habana tampoco pasaron por alto las andanzas, aunque en un plano más discreto, de Michele, Malia, Sacha y hasta la abuela.
En un país donde conviven en muchas casas hasta cuatro generaciones, sentó muy bien que el presidente cargara con su suegra.
Las cubanas, mujeres al fin, tomaron nota de los modelitos de Michele, de la cual muchos dicen, además, que debe haber quedado encantada en sus encuentros con los jóvenes, pues ella, que impulsa un programa internacional para promover la educación de millones de niñas pobres, fue a parar a un país donde nadie tiene la menor limitación para asistir desde la primaria hasta la universidad inclusive.
Y Radio bemba hasta comenta que Malia y Sacha, que al principio no estaban incluidas en el viaje, al final querían quedarse unos días más en la isla para “gozar la papeleta” en las discotecas de La Habana o en las arenas de Varadero, libres de la vigilancia de los “segurosos”, aunque papá y mamá –dicen-, les advirtieron que si quieren volver, será más adelante, en el intercambio “people to people”.
