Después de semanas y semanas “ocupando” los barrios de La Habana y sacando casa por casa “al enemigo”, los militares son extrañados por la población que ya casi se había acostumbrado a recibirlos, echando humo por las bocas de sus equipos de fumigación en la ofensiva contra el mosquito Aedes aegypti. Después de semanas y semanas “ocupando” los barrios de La Habana y sacando casa por casa “al enemigo”, los militares son extrañados por la población que ya casi se había acostumbrado a recibirlos, echando humo por las bocas de sus equipos de fumigación en la ofensiva contra el mosquito Aedes aegypti.
En prácticamente todo el país, y especialmente en la capital, muchos aseguran con alivio que “no hay mal que por bien no venga” pues si bien la “ofensiva militar” contra el zancudo fue bastante molesta, ahora se respira cierto ambiente de saneamiento generalizado y en Radio bemba han disminuido notablemente los comentarios sobre la presencia, aquí o allá, de casos de dengue.
Por supuesto, las autoridades sanitarias están eufóricas, porque según afirman, ha decrecido el índice de infestación del mosquito, que hace unos meses era preocupante en todo el territorio nacional y actualmente solo se mantiene en un alejado municipio de la provincia de Guantánamo, en el extremo más oriental del país.
Y de paso, no se han detectado casos de Chikungunya, y los del temido Zika solo son “importados” de naciones cercanas, pero siguen llamando a la gente a “no bajar la guardia” y ésta cruza los dedos para que el mosquito sea finalmente derrotado.
