El programa ‘Vivir del cuento’, el más visto de la televisión cubana, se regodeaba recientemente en la aventura de uno de sus personajes, Ruperto, quien puso en marcha su iniciativa para el trabajo privado y abrió un Consultorio sentimental para atender a los desdichados en el amor, pero para ejercer como «consultor» solicitó al Estado una licencia de… desmochador de palmas, porque no había una adecuada a su perfil. El programa ‘Vivir del cuento’, el más visto de la televisión cubana, se regodeaba recientemente en la aventura de uno de sus personajes, Ruperto, quien puso en marcha su iniciativa para el trabajo privado y abrió un Consultorio sentimental para atender a los desdichados en el amor, pero para ejercer como «consultor» solicitó al Estado una licencia de… desmochador de palmas, porque no había una adecuada a su perfil.
Así, en ese tono de choteo fue abordado un problema que en Radio Bemba da vueltas con frecuencia sobre la carencia de licencias para labores calificadas en un país donde la fuerza de trabajo tiene un nivel profesional más que alto.
En Radio Bemba, muchos opinan de forma recurrente en que el Estado debe revisar y ampliar las licencias, porque si se quiere, como se dice, desplegar las fuerzas productivas, «hay que abrir el banderín» pues las licencias existentes son más de 200, pero de oficios poco calificados y «hay que dar espacio a los profesionales».
Otros advierten que «se está perdiendo la posibilidad de emplear el conocimiento de gente capacitada y con iniciativa», que no encuentra estimulo en los bajos salarios de muchas empresas estatales y, lo que es peor, «a la larga opta por emigrar y poner en práctica su talento en otra parte, cuando aquí hace tanta falta».
