Ángel ORTEGA Director general y guitarrista de ‘Azúcar, Joropo y Son‘

En declaraciones a Prensa Latina, el director musical y guitarrista de ‘Azúcar, Joropo y Son‘, Angel Ortega Anyelo, ha asegurado que el trabajo realizado por este combo mixto cubano-venezolano que mezcla, con éxito, dos de los ritmos populares de baile más poderosos de Latinoamérica, el joropo y el son, puede considerarse una prolongación de las iniciativas integradoras que defiende la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). En declaraciones a Prensa Latina, el director musical y guitarrista de ‘Azúcar, Joropo y Son‘, Angel Ortega Anyelo, ha asegurado que el trabajo realizado por este combo mixto cubano-venezolano que mezcla, con éxito, dos de los ritmos populares de baile más poderosos de Latinoamérica, el joropo y el son, puede considerarse una prolongación de las iniciativas integradoras que defiende la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). De hecho, el origen de esta agrupación de multiinstrumentistas se encuentra en una reunión institucional de esta organización que tuvo lugar en La Habana en el año 2001. Fue entonces, cuando Ortega, miembro destacado de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) tuvo la idea que puso en marcha el proyecto.

-¿Cómo concibió la idea de trabajar en una fusión de ritmos a partir del joropo y el son?

-El joropo y el son tienen demasiadas semejanzas formales. Al menos, aparentemente, pero en ambos casos sí tienen la importancia de ser portadores de la esencia de la cultura tradicional de los pueblos que representan. El cubano y el venezolano. Mi objetivo era buscar las raíces del joropo, que están el arpa y en el cuatro. Siempre me ha gustado investigar temas novedosos, y me di cuenta que cuando arranca un arpa a tocar un joropo da la impresión de que va a tocar

un son, y luego busca otros caminos. En 2001, hubo una reunión del ALBA en La Habana y allí me encontré con unos músicos que tocaban joropo. No me lo pensé, agarré mi guitarra y les propuse realizar una descarga para ver cómo sonábamos juntos.Y cuando escuché cómo el cuatro se acoplaba a mi guitarra, ví que la idea tenía un fundamento y que merecía la pena trabajarla. Además, siempre me ha gustado el sonido del arpa, tal y como se utiliza en la música tradicional de Venezuela, con lo que se podría decir que quizá sólo era una cuestión de tiempo que yo abordará este proyecto. Más aún cuando nadie lo había intentado antes.

-¿En qué momento sintió por fin que su idea estaba tomando forma realmente?

-La clave del éxito estuvo en conseguir la mezcla entre el arpa y la guitarra. Y en encontrar un instrumentista capaz de acoplar las distintas sonoridades y ritmos. El hecho de ser miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) me permitió viajar a Venezuela para materializar su proyecto, invitado por músicos venezolanos. Primero comenzamos a probar arpistas. Pero sin éxito. Decían que era imposible tocar el son con un arpa. Hasta que apareció Víctor Morales, nuestro arpista, que nos dijo que era capaz de tocar salsa y son, porque utilizaba las técnicas del piano en su instrumento. Lo cierto es que el tipo se defiende más que bien. Quizá no sea sonero para improvisar pero es un gran instrumentista y entiende el sentido de este ritmo. Gracias a él estamos cumpliendo este sueño, en el que también están implicados otros excelente músicos como el cubano Urvelis “Bele” Urquía (cantante y coro) y los venezolanos Amador Herrera (trompeta), José L. Herrera (cuatro), Hildemaro Bastos (maracas y coro), José R. Sánchez (director musical, bongó y coro), Arturo Olivares (tumbadoras) y Richard Landaeta (bajo).

-¿Cómo calificaría la respuesta de crítica y público a su mezcla de géneros?

-La primera compensación que conseguimos llegó el mismo día de nuestro debut en 2007. Fue en Caracas, en la Plaza de los Museos, cerca del Teatro Teresa Carreño. Empezamos a tocar y todo el mundo bailaba con nuestra música. Maravilloso. Antes de eso tuvimos seis meses de ensayos intensos y vicisitudes de todo tipo. Porque nunca se había conseguido que un arpa tocara son. Tuvimos que prescindir, por ejemplo del joropo recio, una de las variantes del estilo, porque la mezcla resultaba imposible. Usamos el joropo suave que se enlaza en el tiempo musical con el son cubano. Con el joropo suave da la sensación de que vas a cantar un son en 4/4, y ahí es donde entra perfectamente. Sin embargo, para las introducciones de los números hacemos pasajes venezolanos y ahí engranamos al tiempo del son. Lo importante es lograr que el arpa y el cuatro entren en el ritmo con la tumbadora, el bongó y las trompetas. Cuando lo consigues puedes decir que ahí está la integración entre Cuba y Venezuela. El mensaje, para que nuestros músicos vean que cuando hay talento se pueden hacer cosas bonitas entre los pueblos.

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