Si algo resulta evidente en los últimos tiempos para los cubanólogos más avezados es que los únicos movimientos que se han realizado en Cuba desde hace unos cuantos meses, al menos en lo que a la economía se refiere, son aquellos que sirven para que el poder de decisión de los principales negocios públicos que se explotan en el país quede en las zonas del perímetro del entorno más cercano a las Fuerzas Armadas. Si algo resulta evidente en los últimos tiempos para los cubanólogos más avezados es que los únicos movimientos que se han realizado en Cuba desde hace unos cuantos meses, al menos en lo que a la economía se refiere, son aquellos que sirven para que el poder de decisión de los principales negocios públicos que se explotan en el país quede en las zonas del perímetro del entorno más cercano a las Fuerzas Armadas. Un grupo empresarial que, por cierto, ya monopolizaba la gestión de muchos sectores antes de que sus opciones se vieran claramente reforzadas con las reestructuraciones empresariales o la sustitución, por los motivos que fuera, de algunos miembros del Gobierno.
Quizá la situación de emergencia provocada por la gran crisis económica global que se ha instalado en el mundo, a la que, en el caso de la Isla, se suman las habituales dificultades autóctonas de un tejido productivo con problemas de financiación tengan que ver con este giro. O quizá no. Sí tiene que ver, sin embargo, a tenor de las explicaciones oficiales, con las medidas de ahorro energético que se han implantado recientemente. Alguna de las normas han provocado los habituales episodios surrealistas, como la pérdida de parte de la producción de una fábrica de yogures, de la que habla la prensa internacional y sobre la que emite una Radio Bemba, más en la leyenda urbana que en las historias creíbles de otras veces. Pero sea como sea, al menos por ahora, las restricciones no han llegado al ámbito doméstico. Puede que el cubano de a pie sufra los calores de estos días en el trabajo, pero, por lo menos, no los padece en casa.
Y, entre tanto, el equipo dirigente restringido que rodea a Raúl Castro probablemente se encuentre reunido. O al menos, más reunido que lo habitual. Por ahora, tienen sobre la mesa el primer reto mensurable que les ha lanzado la Administración Obama: la reanudación de las conversaciones migratorias. Tienen que responder rápido y ser efectivos en la contestación.
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