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A TODO GAS

Radio Bemba

La esperada noticia de la venta liberada del combustible para cocinar retumbó como trueno en cielo despejado en muchas casas cubanas a causa de los altísimos precios de las “balitas” de gas licuado que se utilizan en gran parte de las viviendas del país para la cocción de los alimentos. La esperada noticia de la venta liberada del combustible para cocinar retumbó como trueno en cielo despejado en muchas casas cubanas a causa de los altísimos precios de las “balitas” de gas licuado que se utilizan en gran parte de las viviendas del país para la cocción de los alimentos.

“¿Esta gente quiere que yo cocine con leña o qué?” fue el grito de Eulalia cuando leyó que la Empresa de Gas Licuado venderá ese combustible en cilindros de 10 kilógramos a 130.00 CUP (5.40 CUC).

Eulalia en realidad cocina con electricidad, pero siempre busca tener “una reservita” para cuando se va la luz, cosa que en su barrio sucede con alguna frecuencia, o para la época de los ciclones, pues cuando se sienten los primeros vientos fuertes las autoridades cortan la electricidad y solo la restablecen cuando vuelve la normalidad, si no hubo en ese tiempo caídas de postes eléctricos, roturas de los transformadores y otros inconvenientes gracias a los cuales Eulalia ha estado en ocasiones hasta tres días sin encender su cocinita eléctrica.

Ella, que vive en Arroyo Naranjo, un municipio que fue “bendecido” por la Revolución energética hace unos años, antes cocinaba con la apestosa luz brillante (keroseno), y de buenas a primeras se vio con un montón de artefactos eléctricos nuevos para prepar sus alimentos, y se sintió más que agradecida por ese cambiazo hacia la modernidad.

Pero pasó el tiempo y pasó, y lo que parecía una maravilla se fue convirtiendo en tragedia ante la falta de piezas de repuestos para esos equipos, encima de los apagones, que se redujeron pero a cada rato vuelven, y por eso se las agenció para instalar una cocina de gas para cualquier emergencia.

Pero ella compraba la balita, cuando más, a 100.00 CUP en la bolsa negra, y cuando supo del run run sobre la venta liberada del gas, pensó que podría conseguirlo más barato con la empresa estatal.

“Yo no sé a quién le preguntaron para ponerle esos precios, porque el salario de mi marido sigue siendo el mismo que hace un millón de años, aunque el combustible esté muy caro por allá afuera y todos esos cuentos”, afirma Eulalia indignada. Ciertamente, la medida no tendrá efectos generalizados pues, según aclararon las autoridades, no sustituye ni elimina el habitual servicio normado ni sus precios actuales, sudsidiados, pues una balita de 10 kilogramos le cuesta al consumidor 7.00 CUP (alrededor de 0.30 CUC) lo que en realidad es un precio ridículo que obliga al estado a costearlo casi completamente. No por gusto le achacan al generalísimo Máximo Gó­mez aquella frase de que “los cubanos se pasan, o no llegan”.

Según lo normado, los consumidores pueden adquirir esas balitas subsidiadas con una frecuencia que depende de la cantidad de personas que viven en la vivienda y, en la mayoría de los casos no sufren de carestía alguna, mientras que otra parte de la población recibe el combustible por tuberías, lo que llaman el “gas de la calle”, que resulta todavía más barato, pues por obra y gracia del ¿igualitarismo? pagan una tarifa irrisoria aunque derrochen el combustible.

Los que lo pasan mal son quienes como Eulalia dependen de otra fuente energética.

“No queda de otra –asegura la mulata luego de pensarlo un rato- o yo resuelto esto a como sea, o me mudo de barrio y me quedo voluntariamente sin Revolución energética”.

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