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‘Conducta’, una gran película

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Con apenas cuatro semanas de proyección en una considerable cantidad de salas de cine de La Habana y en todas las capitales de provincia, a estas alturas no se sabe si la película ‘Conducta‘, del realizador cubano Ernesto Daranas, batirá algún record histórico de taquilla dentro del cine de factura nacional, pero al menos está en el centro de los comentarios de medio país, y eso, si no es una marca, es un buen rendimiento. Con apenas cuatro semanas de proyección en una considerable cantidad de salas de cine de La Habana y en todas las capitales de provincia, a estas alturas no se sabe si la película ‘Conducta‘, del realizador cubano Ernesto Daranas, batirá algún record histórico de taquilla dentro del cine de factura nacional, pero al menos está en el centro de los comentarios de medio país, y eso, si no es una marca, es un buen rendimiento.

Como valor añadido de esa popularidad, está el hecho de que no se trata de una de las desternillantes y ácidas comedias con las cuales los cubanos se ríen de sí mismos y de sus avatares, sino de un drama puro y duro –un melodrama, dicen algunos críticos pero sin sentido peyorativo del término- donde los espectadores que acuden a las salas oscuras se emocionan, lloran, se solidarizan y reflexionan, con letras mayúsculas, sobre los problemas y actitudes que asumen los protagonistas, inmersos en la realidad de una Cuba profunda que aparece sin medias tintas, pero, al mismo tiempo y aunque parezca contradictorio, con todos los matices posibles que existen entre lo blanco y lo negro.

Y siempre, sin falta, cuando se oscurece la pantalla y se encienden las luces es despedida con un rotundo aplauso.

Ante las taquillas no cesan las colas, mientras que muchos la han visto pirateada gracias a las memorias flash y discos duros, desde el mismo momento en que apareció en los cines.

Tanto es así que en uno de los muchos bancos de películas que existen en La Habana, aparecía un cartel llamando a la clientela con grandes letras: “¡Ya tenemos Conducta!”.

Sin embargo, hasta entre los consumidores de discos piratas ocurre un fenómeno singular. Odalys, una maestra de primaria, aseguró, después de haberla disfrutado cómodamente sentada en la sala de su casa, “tengo que ir a verla en el cine, para no perderme ni un detalle”, y como ella unos cuantos.

Otro tanto a favor. A estas alturas ya se ha perdido la cuenta de las críticas siempre positivas que ‘Conducta’ ha recibido en la prensa –lo mismo en las páginas culturales que en columnas de opinión de periodistas ajenos a la temática cinematográfica-, en blogs y hasta más allá, logrando el milagro de que por primera vez en la historia coincidan el diario Granma y la bloguera Yoany Sánchez a la hora de recomendarla, aunque, cada cual en su estilo.

¿Y de qué trata Conducta?

Pues es la historia de un niño, Chala, que, con diez años, cría palomas y perros de pelea y pretende incluso convertirse en apuntador de juegos de azar, todo ello para ganar dinero, no por vicio, sino para mantener su hogar y a su madre, una mujer consumida por el alcohol y las drogas. Y, como todo niño cubano al fin y al cabo, asiste a una escuela donde su maestra, Carmela, busca inculcarle a él y a los demás, contra viento y marea, los valores que necesariamente deben convertirlo en mejores seres humanos. Para todo el mundo, por su conducta, Chala es “carne de presidio” y como tal debe ir a parar a una escuela de muchachos problemáticos; para Carmela, capaz de ver más allá, él es un niño que lleva en lo más profundo los mejores sentimientos que propugna una sociedad que al mismo tiempo que proclama la necesidad de formar un hombre “nuevo”, lo acorrala con sus carencias y dogmatismos.

Casi nada.

De ahí las mil y una opiniones que ha despertado ‘Conducta’. Unos dicen que “es muy fuerte”; hay quienes desde la acera del frente la catalogan de “subversiva”, mientras que dirigentes comunistas recomiendan a sus militantes que “no se la pierdan”, y hubo quien dijo que “hace más efecto que diez círculos de estudio juntos”.

Pero nada mejor que la definición que brinda el propio Daranas, quien con su primera película en 2008, ‘Los dioses rotos’, ya había sentado pautas:

“Lamentablemente, esa Cuba profunda está más allá de lo que he mostrado en mis películas. Nos ha marcado una crisis en la que han nacido ya tres generaciones de cubanos y las medidas que se toman no han logrado mejorar las cosas para la mayoría de ellos.

Si el trabajo honrado no cubre lo elemental de la vida, es inevitable que esa marginalidad gane espacio hasta el punto de incluirnos a casi todos, a veces sin darnos cuenta. ¿Cómo no hablar de eso? Pero ‘Conducta’ es sólo una película, una historia de valores, de carencias y de afectos, enmarcada en un entorno social que todos conocemos”.

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