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Días de sobresaltos y otras cosas

Radio Bemba

Las últimas dos semanas fueron también días de sobresaltos para los cubanos pues ocurrió algo extremadamente raro en el país, el accidente de un avión de la empresa AeroCaribbean con 68 personas a bordo, entre ellas 28 extranjeros, incluido un español, todos los cuales fallecieron. Las últimas dos semanas fueron también días de sobresaltos para los cubanos pues ocurrió algo extremadamente raro en el país, el accidente de un avión de la empresa AeroCaribbean con 68 personas a bordo, entre ellas 28 extranjeros, incluido un español, todos los cuales fallecieron. La aeronave, que se precipitó a tierra en el centro de la Isla, cubría la ruta entre la oriental ciudad de Santiago de Cuba y La Habana, y al día de hoy continúa la lenta y penosa identificación de los cadáveres, que quedaron carbonizados, y las investigaciones de la comisión de alto nivel designada para esclarecer las causas del accidente. En Radio Bemba los comentarios generalizados eran de pena y consternación, pues el último accidente de ese tipo aquí ocurrió en 2002, aunque se recuerda más uno en 1987, cuando un avión de pasajeros cayó sobre una barriada segundos después de haber despegado del aeropuerto internacional de La Habana, lo que provocó una verdadera tragedia. Pero también muchos esta vez rememoraron con temor lo ocurrido a un avión de Cubana en Barbados, que fue derribado en 1976 por la explosión de dos bombas colocadas en su interior por terroristas confesos radicados hoy en Miami, aunque este no parece ser el caso. El mismo día del accidente el país se encontraba en una situación poco acostumbrada a estas alturas del año, pues por una parte, avanzaba el ciclón Tomás en el estrecho entre Haití y Cuba, por lo cual la Defensa Civil declaró alarma en toda la zona oriental del país, mientras que en el extremo occidental comenzaban a sentirse los embates del primer frente frío de la temporada invernal. Lo de Tomás felizmente fue más bulla que otra cosa, pues apenas si dejó unas pocas lluvias en Cuba aunque empapó a los infelices vecinos haitianos, mientras en el occidente muchos corrieron a desempolvar abrigos y tomar ron «para calentar» y otros a disfrazarse para salir a la calle y disfrutar del frío y las olas del Malecón habanero y pescar una gripe de las buenas.

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