“El sábado pasado los muchachos del barrio estaban alborotados desde temprano, con sus camisetas del Madrid, del Barca, o de las selecciones de Brasil, Italia o cualquier otro país, da igual, yendo en grupos de aquí para allá, cuadrando «el teatro de operaciones» en algún sitio donde hubiera el televisor más grande y el ambiente propicio para armar alboroto. “El sábado pasado los muchachos del barrio estaban alborotados desde temprano, con sus camisetas del Madrid, del Barca, o de las selecciones de Brasil, Italia o cualquier otro país, da igual, yendo en grupos de aquí para allá, cuadrando «el teatro de operaciones» en algún sitio donde hubiera el televisor más grande y el ambiente propicio para armar alboroto.
Y como ellos, miles, por no decir millones de cubanos, disfrutaron del clásico Real Madrid-Barcelona, en directo.
Esto en realidad no es nada nuevo, pues en la isla usted puede ver todos los partidos de la liga española en directo, cómodamente desde la sala de su casa, sin necesidad de pagar la televisión por cable o el «cover» en los bares, porque la televisión nacional, por TeleRebelde, «el canal de los deportes», los transmite asiduamente, para regocijo de una afición cuyo número va en aumento.
Existen incluso peñas de los principales equipos españoles, como la del Fútbol Club Barcelona, que se reunieron para ver el partido en la cafetería de la Sociedad Catalana, y cuyos miembros, la mayoría jóvenes, arrastran a sus novias e incluso a hijos y esposas, vistiendo las inconfundibles camisetas rojiazules, que nadie sabe de dónde las sacan, porque no se venden en ninguna tienda de Cuba, a no ser que sean llevadas a la isla por las conocidas mulas.
Y la afición ha ido en aumento a medida en que la tecnología ha permitido un más amplio acceso y ya esta temporada, primera en que se puede seguir todos los partidos de las ligas española y alemana por televisión en directo, augura un aumento considerable del número de hinchas, más aún con los ecos, todavía recientes, del mundial de Brasil.
El único problema es cuando coinciden los horarios del fútbol con las trasmisiones del campeonato nacional de béisbol, pues este tiene preferencia, y entonces los encuentros de fútbol son trasmitidos de manera diferida en cuanto concluye la pelota.
Muchos buscan explicaciones de todo tipo a este más que evidente despertar de la afición por el fútbol. Hay jóvenes que consideran un factor importante la pérdida de calidad del béisbol cubano, pues «en la Serie Nacional se ven muchos juegos de ‘manigua’ y solo cuando chocan Industriales con Villa Clara o Santiago de Cuba» los estadios se llenan a tope» según opina Charly, de 18 años.
A falta de esa calidad de otros tiempos, su atención se dirige hacia las Grandes Ligas de Estados Unidos, donde son estrellas muchos cubanos, pero a diferencia de las trasmisiones del fútbol, los juegos de las mayores son pasados por la televisión muy discretamente, más por consideraciones políticas que por otra cosa.
Pero también hay quienes afirman, y con razón, que en cualquier esquina del país lo más común es ver a los muchachos jugando pelota, pero para armar en serio un equipo a nivel de barrio, los padres tienen que gastar mucho dinero en bates, guantes, pelotas y uniformes, mientras que en el fútbol, con una camiseta, un short y un simple balón se resuelve el problema.
Mientras, la afición sigue en aumento, y no es necesario leer la cartelera de los diarios para enterarse cuando hay juego de fútbol; basta oír el escándalo en casa del vecino y, de vez en cuando, el inconfundible ¡Gooooooooooool!



