En Radio bemba muchos andan deshojando margaritas con lo de la reforma migratoria, que es esperada como pan caliente pero no acaba de salir del horno. En Radio bemba muchos andan deshojando margaritas con lo de la reforma migratoria, que es esperada como pan caliente pero no acaba de salir del horno.
Y por supuesto, cada vez que «desde arriba» llega algún comentario, se alborota el panal.
Los otros días le tocó el turno al presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, quien en una entrevista dijo que se pondrá en marcha «una reforma migratoria radical y profunda en los próximos meses».
Explicó que «uno de los temas que estamos debatiendo actualmente al más alto nivel del Estado concierne a la cuestión migratoria. Vamos a proceder a una reforma migratoria radical y profunda en los próximos meses con el fin de eliminar este tipo de restricción», pero se quedó ahí y no dio más detalles prácticos del asunto, solo que «la cuestión migratoria siempre se ha usado como un arma de desestabilización contra Cuba desde 1959 y como un elemento de distorsión de la realidad cubana».
Ya hace rato debieron haberse dado cuenta de eso, dijo Cachita, una peluquera que tiene un hijo en Canadá y otro en Ecuador, y que estaría encantada de viajar a visitarlos sin tantas restricciones para ir y venir, porque «no me voy a quedar afuera pues no quiero ser una carga para nadie y aquí vivo sin problemas».
Para Radio bemba la cosa parece trabarse en algo que Alarcón dejó claro: «La formación de médicos, técnicos, profesores, etc., cuesta muy caro al Estado cubano y Estados Unidos lo hace todo para privarnos de estas riquezas humanas».
Parece que en Radio bemba, como en el gobierno, nadie tiene la verdad en la mano, y las opiniones van desde quienes aseguran que «la gente saldrá y entrará en el país sin la presión de tener que quedarse definitivamente», hasta quienes, quizá con demasiada exageración, aseguran que «si la cosa es así, el último que salga que apague la luz».
