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MENSAJEROS SIN MENSAJES

Radio Bemba

Uno de los oficios que tienen buena aceptación entre los cubanos que se inclinan hacia el trabajo por cuenta propia que impulsan con más o menos velocidad las autoridades, es el de mensajero. Uno de los oficios que tienen buena aceptación entre los cubanos que se inclinan hacia el trabajo por cuenta propia que impulsan con más o menos velocidad las autoridades, es el de mensajero. Pero craso error si usted se imagina a un muchachón montado sobre una moto o una bici zigzagueando entre el tráfico de las avenidas para llevar raudo y veloz un importante bulto postal, y mucho menos un romántico criador de palomas mensajeras que pasa las horas mirando al cielo viendo a los animalitos dar vueltas y vueltas. El oficio de mensajero, en buen cubano, es el de la persona que le hace usted la compra en el mercado y se la lleva directo a la puerta de la casa. Comparado con el ínfimo costo de los alimentos por la libreta en Cuba, el precio del servicio es alto, pero bien vale la pena con tal de quitarse de encima las colas o de evitar la pesada rutina diaria de andar de la bodega a la carnicería, de la carnicería a la lechería, de la lechería a la panadería, y así sucesivamente, para ver «si vino algo».

Para las familias en las que todos trabajan y para los viejitos jubilados es una panacea contar con quien le resuelva esos menesteres y esté al tanto de los que vino y lo que está por venir, pues los mensajeros, con la práctica diaria, llegan a saber qué día llega la cuota de pollo a la carnicería cuando aún el barco que los trae desde Brasil todavía navega por el Atlántico. Carlitos es uno de ellos, y se especializa en el tema de las bombonas de gas. Se agenció un carrito en el que caben seis bombonas y surte de combustible a medio barrio. El chirrido de las ruedas avisa de las veces que va y viene en el día llevando los vacíos al punto de venta y cargando con los llenos hasta las viviendas.

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