Es mayo y hace calor; junio está a las puertas y habrá más calor; luego vendrán julio y agosto con las vacaciones escolares y será el infierno, así que ya el que más y el que menos anda pensando en buscar dónde y cómo pasar aunque sea unos días de vacaciones, lejos de la casa y cerca del agua, lo mismo da que sea en el mar, una piscina o un río. Es mayo y hace calor; junio está a las puertas y habrá más calor; luego vendrán julio y agosto con las vacaciones escolares y será el infierno, así que ya el que más y el que menos anda pensando en buscar dónde y cómo pasar aunque sea unos días de vacaciones, lejos de la casa y cerca del agua, lo mismo da que sea en el mar, una piscina o un río. La cuestión es refrescar. Y en los últimos años las opciones han aumentado, la cuestión es tener el dinero para ello. Ya por suerte pasó a la historia el tiempo cuando todos los hoteles dedicados al turismo internacional eran solo para eso, el turismo internacional, y aunque la voz popular en Radio bemba insiste en que «todo está muy caro», nadie sabe cómo pero muchos se las han arreglado para alquilar en hoteles de hasta cuatro y cinco estrellas en La Habana, Santa María, Varadero y hasta en los cayos. Las ofertas abundan en las oficinas de turismo de las ciudades, que a veces tienen que sacar mesas y sillas para la acera para cubrir la demanda de una clientela creciente.
Usted puede alquilar habitaciones por 40.00 o más CUC la noche, incluyendo gratis a los niños. Y son muy perseguidas las ofertas denominadas de plan manilla, es decir, un sistema de «todo incluido» en el cual, además del alojamiento, usted puede comer y beber hasta reventarse y disfrutar también sin límites de los servicios de recreación del hotel.
¿Quiénes van? Pues en primer lugar los cubanos emigrados, incluidos los de Miami, que aunque «exiliados» allí, cargan con toda la familia para Varadero. Pero también los de la isla que tienen acceso al CUC o al peso en abundancia, y pueden ser desde médicos y técnicos «internacionalistas» hasta campesinos y ‘cuentapropistas’. Opciones más baratas las hay, aunque cuesta trabajo encontrarlas, como el campismo, que es en pesos y que aunque ya el año pasado subió sus reducidísimas tarifas, mejoró la calidad de sus instalaciones, compuestas casi siempre por cabañas rústicas de una habitación en algunas playas o zonas campestre cercanas a algún río o con piscina disponible. Y no se puede olvidar el boom de los alquileres privados, pues ya suman más de cinco mil las habitaciones en casas particulares, la mayoría de las veces con muy buena calidad, porque su objetivo final es también alquilar a extranjeros, pero siempre con tarifas más baratas que las de los hoteles y un servicio «personalizado» y ambiente familiar. El caso es que solo el año pasado más de medio millón de cubanos se hospedaron en hoteles, lo que representó un incremento del 32% con respecto al 2010, y más de 800.000 lo hicieron en el campismo. Los que logran enganchar una reservación vuelven encantados y con las pilas recargadas, y los que no, pues se alegran de la suerte de sus compadres o rumian con envidia aquello de «y después dicen que en este país no hay dinero, hmmm».
