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¿Y TU ABUELA, DÓNDE ESTÁ?

Radio Bemba

Con esa pregunta secular los cubanos se defienden de aquellos que haciendo gala de racismo se las dan de blancos en un país donde «el que no tiene de congo tiene de carabalí». Con esa pregunta secular los cubanos se defienden de aquellos que haciendo gala de racismo se las dan de blancos en un país donde «el que no tiene de congo tiene de carabalí». Sin embargo, en esta isla en la que se han fundido las sangres de todas partes, el racismo es histórico, gracias a la condición de colonizadores de los españoles, y de colonizados, los aborígenes que fueron casi exterminados, y de esclavos, los negros traídos después por cientos de miles de África.

Y como el país está cambiando, no es raro que un problema que para muchos no existía porque les era suficiente eliminarlo «por decreto», ahora sale a la palestra y se monta, aunque no sea el asunto nacional más importante, en las discusiones institucionales y a nivel de calle. Recientemente, renombrados intelectuales llamaron a «borrar definitivamente las desventajas» históricas que enfrentan negros y mestizos, en medio del debate sobre la discriminación que solapadamente persiste en la isla

Que ese llamado haya sido hecho público por el diario Granma, ya es indicio que de que el asunto se «está moviendo» en todas las esferas.

Cuba «debe luchar mientras sobreviva uno solo de los prejuicios y taras legados por la anterior sociedad discriminadora y racista», dijo el escritor y etnólogo Miguel Barnet, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).

«Aún en una sociedad como la cubana, en la que con el triunfo de la revolución fueron desmontadas las bases institucionales de la discriminación, persisten ciertos prejuicios raciales y no se han podido borrar definitivamente las desventajas históricamente acumuladas» entre los «negros y mestizos», señaló Granma al referirse al

seminario «Cuba y los afrodescendientes de América», que se celebró con la asistencia de investigadores estadounidenses, brasileños, uruguayos y cubanos.

Para los participantes, en Cuba, con el 35 por ciento de su población en la categoría de negros o mestizos, persisten manifestaciones racistas, pese a leyes y políticas que buscan su eliminación.

Incluso, para algunos como el académico Esteban Morales, el problema puede tomar nuevas dimensiones porque a su juicio los negros y mulatos serán los más afectados por algunas de las medidas transformadoras que lleva adelante el gobierno, como la eliminación de un millón de empleos estatales en los próximos años.

Según los delegados al foro, la sociedad cubana necesita de un estudio profundo sobre su identidad racial y la manera en que se construyen los paradigmas culturales, pues aunque en la isla no existe racismo institucional, «se aprecian manifestaciones de discriminación racial en las estructuras de la sociedad», según aseveró el antropólogo Rodrigo Espina, del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello.

Es cierto que tras el triunfo de la revolución de 1959, se derogaron por ley las desigualdades por motivos raciales y todas las personas, sin distinción del color, tuvieron acceso libre a la educación, la salud y el empleo, pero los siglos de rampante discriminación racial dejaron un lastre muy difícil de borrar.Al respecto la psicóloga Norma Guillard, quien lleva años estudiando el tema, aseguró tajante que «cinco décadas de socialismo, frente a cinco siglos de esclavitud, no son suficientes para conseguir cambios culturales». Un estudio de 2003 del Departamento de Etnología del Instituto de Antropología corroboró la existencia en el país de «creencias y comportamientos discriminatorios vinculados al color de la piel», resultado de esa persistente herencia estructural y cultural.

Bajo el título de «Relaciones raciales en Ciudad de La Habana, Santa Clara y Santiago de Cuba», la investigación detectó «expresiones y factores de supervivencia de prejuicios y patrones raciales que permanecen rígidos, sobre todo a nivel familiar, pero también social».

Según la investigación de los etnólogos, aun cuando se aprecia a simple vista cierta liberalidad hacia el matrimonio interracial, patrones discriminatorios permanecen inamovibles. Porque como dicen los cubanos, una cosa es con guitarra y otra con violín, pues si en teoría son mayoría quienes están de acuerdo con las parejas interraciales, a la hora de «firmar el papelito» y hacer firme el matrimonio, tanto blancos como negros prefieren por pareja a una persona de su mismo color, o lo que es lo mismo, «cada oveja con su pareja».

Pero los rezagos no se quedan ahí, pues van incluso hasta la forma en que las personas de un color se valoran a sí mismas y a las de otra raza, a lo que se agregan las diferencias en las posibilidades de acceder a la universidad y a determinados empleos, y hasta el nivel de vida promedio de cada grupo racial.

Algunas de las personas interesadas en enfrentar el problema van más allá e insisten en que una de las principales dificultades para encarar el asunto es mantenerlo en silencio, por la falta de debate social y también de espacios institucionales donde discutir, enjuiciar cada acto racista, consciente o no.

Por otro lado, un análisis de los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas confirma que en los últimos cincuenta años se incrementó la población mestiza en 10 por ciento, en detrimento de la de blancos y negros, es decir que el 25 por ciento de los cubanos se consideran a sí mismos mestizos. Además, los participantes en el foro insistieron en que ningún intento de enfrentar la discriminación rendirá frutos si no comienza desde las primeras edades, y advirtieron que una de las carencias en la enseñanza de los niños y jóvenes es la visión histórica de la evolución de las relaciones interraciales en Cuba. Ahora, el denominado grupo ciudadano Cofradía de la Negritud, acaba de publicar un plan de acción contra el racismo, de 48 puntos, divulgado desde el blog de la Red Protagónica Observatorio Crítico, y en el cual sugiere medidas que deben poner en marcha tanto las autoridades como la sociedad civil, para combatir los condicionamientos institucionales y prejuicios que favorecen la persistencia del racismo.

Las medidas incluyen un abanico que va de audiencias públicas y comisiones especializadas en la problemática racial, cambios en el sistema educativo en aras de un tratamiento más igualitario y digno de las diferencias entre las personas, y promover la proporcionalidad en el acceso a centros educacionales y empleos ventajosos, especialmente a personas de familias pobres y territorios marginados, hasta acciones de carácter comunitario y de promoción de lo que califican como visibilidad mediática de los grupos menos favorecidos.

Lo más significativo de estas propuestas es que ponen énfasis no tanto en lo racial como en los aspectos de desventaja social y de participación comunitaria para priorizar a los grupos provenientes de los entornos más humildes de la sociedad cubana, en los cuales una gran proporción son negros y mestizos, pero también hay blancos e incluso personas de origen asiático. En medio de este panorama, todo indica que las autoridades no se mantienen ajenas al problema, aunque a simple vista asumen posiciones más simples, que en otros momentos han ayudado pero no han eliminado el problema.

Se trata, por ejemplo, de aumentar a propósito la presencia de los negros y las mujeres en los puestos de dirección e incluso en las filas del Partido Comunista, con vistas a ampliar la presencia en esos espacios de miembros de esos grupos sociales.

Pero al mismo tiempo se profundiza más en el criterio de que eliminar el racismo subyacente no es asunto de campañas más o menos insistentes o acciones puntuales, sino de todo un entramado social que incluye no solo abrirle espacio a los negros y mestizos; también, y quizá lo más difícil, que aquellos que de alguna manera asumen posiciones racistas, se despojen, por sí mismos, de esos prejuicios.

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