Variopintas reacciones ha despertado la resolución 58 del Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) sobre la protección al consumidor, publicada el 4 de mayo en la Gaceta Oficial, pero con efecto desde los primeros días de junio, y que según muchos es el principio de «una batalla por poner orden».
Variopintas reacciones ha despertado la resolución 58 del Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) sobre la protección al consumidor, publicada el 4 de mayo en la Gaceta Oficial, pero con efecto desde los primeros días de junio, y que según muchos es el principio de «una batalla por poner orden».
En la calle, en centros laborales, en colas y especialmente en tiendas, restaurantes y talleres de servicios de la capital, la población la apoya y tiene fe en que la normativa surta efecto y que no sea, como le ocurre tantas veces a los cubanos, una especie de moda pasajera que a los pocos meses pasa al olvido.
Para algunos, al irrespeto a los consumidores hay que entrarle con la manga al codo en la calidad de lo que se ofrece, el buen trato, la puntualidad, el robo en el pesaje de los productos y hasta en los precios, y para otros, aunque los problemas están en todas partes, los establecimientos del Estado son los peores, cuando debieran ser un ejemplo.
Lo peor, alegan muchos potenciales clientes, es que quienes atienden al público parecen creer que están haciendo un favor e incluso se molestan si alguien protesta, sin darse cuenta de que también pueden recibir igual trato en otro lugar, en una especie de círculo vicioso que hay que romper.
