La crisis financiera internacional podría dar al traste con los planes de Raúl Castro de reducir su dependencia petrolera de Venezuela con un aumento en la producción nacional de crudo. La crisis financiera internacional podría dar al traste con los planes de Raúl Castro de reducir su dependencia petrolera de Venezuela con un aumento en la producción nacional de crudo. Las cuentas parecen claras: si en un plazo de cinco a 10 años Cuba consigue elevar su capacidad de refinamiento hasta los 350.000 barriles, estaría en condiciones de dejar a un lado a Hugo Chávez, así como de procesar crudos procedentes de Rusia, Angola, Brasil y de su eventual producción en aguas profundas. Pero nada más lejos de la realidad. Para conseguir este objetivo, las autoridades deben modernizar la refinería de Cienfuegos, que ya no es sólo una necesidad energética, sino más bien un símbolo para el Gobierno cubano. El complejo, plenamente activo en los años dorados de los sistemas socialistas, se apagó en la misma medida que desaparecían aquellas estructuras políticas y, casi desde entonces, La Habana ha buscado socios internacionales, públicos o privados, para su reflotamiento. Sin ningún éxito, al menos hasta que Hugo Chávez y Petróleos de Venezuela (Pdvsa) entraron en el juego. Un juego que ahora vuelve a quedar atrás por la caída de los ingresos petroleros en el país bolivariano, por no hablar de las dificultades financieras que afronta la petrolera estatal, con una abultada deuda a sus proveedores.
