Las empresas brasileñas se han hecho con un sitio de honor en la economía cubana en los últimos tiempos, en los que empieza a florecer la semilla que plantó el ex presidente Lula da Silva. Las empresas brasileñas se han hecho con un sitio de honor en la economía cubana en los últimos tiempos, en los que empieza a florecer la semilla que plantó el ex presidente Lula da Silva.
Primero, lentamente, con una inversión relacionada sobre todo con la construcción de nuevas infraestructuras, como las del Puerto de Mariel y luego en otros muchos sectores como el azucarero, por ejemplo, y con Odebrecht, el gran conglomerado como buque estrella.
Los avances en la relación bilateral son lentos y, por ahora, las cifras sitúan aún muy lejos al país presidido por Dilma Rousseff de otros socios comerciales con más tradición en la Isla como Venezuela, España o China, por ejemplo, pero La Habana parece haber convertido a este gran país del subcontinente latinoamericano en su nuevo socio comercial favorito.
La tendencia al alza del intercambio comercial entre ambos países alcanzó queda reflejada en las cifras. El año pasado este rubro alcanzó los 642 millones de dólares, cifra que supone un 31% más que la del año anterior y este año, el número mejorará, según opina la mayoría de los expertos.
Una tendencia que, algunos relacionan, con la necesidad de diversificar riesgos ahora que las relaciones con Caracas se presentan más inciertas y también, según los comentarios algunas fuentes diplomáticas consultadas, con una especie de ‘lavado de cara‘ impulsado por el entorno de Raúl que quiere empezar a desligarse paulatinamente de la idea de que los países del Alba son sus únicos apoyos exteriores. Además, la buena fama de Brasil en el mundo también puede resultar beneficiosa.
