DESCONCIERTO. Eso es lo que sienten los cubanos de a pie cuando ya han transcurrido algunos días desde la aprobación de la nueva Ley de Inversiones Extranjeras. DESCONCIERTO. Eso es lo que sienten los cubanos de a pie cuando ya han transcurrido algunos días desde la aprobación de la nueva Ley de Inversiones Extranjeras. Casi lo mismo que sucede con algunos inversores internacionales. Y ambos colectivos coinciden a la hora de hacerse preguntas sobre uno de los aspectos más oscuros de este texto: el relativo al futuro de las agencias empleadoras y al salario de los trabajadores de la Isla que sean contratado por empresas mixtas. Nadie sabe nada, entre otras cosas, porque el reciente texto legal deja esa zona en penumbra, a falta de la publicación de un reglamento concreto, lo único que se sabe, por ahora, es que el Estado seguirá ejerciendo como intermediario en las contrataciones. De modo que los empresarios extranjeros no podrán seleccionar a sus equipos ni los empleados cubanos cobrar directamente de sus contratadores. Y poco más. Algunas cosas sueltas que han ido apareciendo en Granma. Por ejemplo desde instancias oficiales se ha asegurado que los ‘cuentapropistas‘ pueden ser ‘elegidos’ para trabajar en empresas extranjeras o mixtas y también, que en lo relativo a los salarios, La Habana planea tomar como referencia las retribuciones de lo que se paga en Latinoamérica a los trabajadores que ocupen categorías similares y el salario medio de Cuba. Y con esas cifras se negociará con los inversores internacionales, caso por caso, hasta establecer la cuantía del pago que estos hacen a la agencia.
Pero para los cubanos las cosas cambiarán poco. Será la agencia quien fijará el coeficiente para determinar que parte del dinero que los empresarios abonan al Estado le corresponde al trabajador. Lo mismo que ahora, en definitiva.
