EN MENOS DE UN TRIMESTRE, y desde que Cuba perdió sus aranceles preferenciales en el comercio con la Unión Europea (UE), Francia parece haberse convertido en el principal interlocutor del Viejo Continente para las autoridades de la Isla, un puesto que, por tradición, siempre había correspondido a España. EN MENOS DE UN TRIMESTRE, y desde que Cuba perdió sus aranceles preferenciales en el comercio con la Unión Europea (UE), Francia parece haberse convertido en el principal interlocutor del Viejo Continente para las autoridades de la Isla, un puesto que, por tradición, siempre había correspondido a España. El fortalecimiento de las relaciones bilaterales se ha conseguido gracias a conversaciones bajo la mesa y algunos encuentros notables entre autoridades. Pura diplomacia. El último paso, por ahora, de esta escalada, tiene, sin embargo, contenido económico. París ha renovado sus líneas oficiales de crédito para incentivar la compra de productos galos gracias a una financiación más que asequible. Los empresarios españoles con intereses en la Isla suspiran, desde hace tiempo, por algo parecido. Pero no llega y la competencia europea empieza a robarles posiciones. Algunas ganadas con gran dificultad.
El acto formal de la firma de los acuerdos comerciales entre Francia y Cuba tuvo lugar hace unos días en La Habana, en el marco de la Feria de Turismo. Allí estuvieron muy sonrientes Fleur Pellerin, la secretaria de Estado de Comercio Exterior del Gobierno francés y Rodrigo Malmierca el ministro de Comercio cubano. Al parecer las empresas galas están interesadas en invertir en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel y en los sectores de la biotecnología y la salud de Cuba. De momento, Francia sólo es el décimo socio comercial de Cuba por volumen de intercambios. Pero en esta clasificación, ya se sabe, los créditos a la exportación tienen una influencia milagrosa para los países que aspiran a escalar algunos puestos.
