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Y se hizo el milagro

A LAS OCHO DE LA MAÑANA era un día como otro cualquiera. Cinco minutos después comenzó a alborotarse el avispero, y Radio Bemba a poner a tope todos sus recursos. A LAS OCHO DE LA MAÑANA era un día como otro cualquiera. Cinco minutos después comenzó a alborotarse el avispero, y Radio Bemba a poner a tope todos sus recursos.

Todo comenzó cuando la televisión cubana interrumpió sus trasmisiones habituales para anunciar escuetamente que el presidente Raúl Castro hablaría a las 12 del mediodía por todos los canales y emisoras de radio para abordar “importantes temas de las relaciones con Estados Unidos”.

Juan, un jubilado que pasa buena parte de su tiempo ante la TV, llamó a su mujer que andaba por la cocina: “¡Marta, corre que algo grande se está cocinando!”, a lo que ésta, ajena al mundanal ruido, le contestó medio ida. “No viejo, todavía no empecé a preparar el almuerzo”.

Pero puso los pies en la tierra cuando su hija Nancy la llamó casi de inmediato por teléfono desde su oficina con un escueto mensaje: “¡Mami, corre y dile a papi que ponga el canal de Tele Sur!”.

Aunque la prensa cubana se limitó a trasmitir el anuncio de la alocución del presidente, ya la cadena suramericana, a la cual tienen accesos todos los cubanos, había comenzado a trasmitir, primero, las noticias sobre la liberación por razones humanitarias del contratista estadounidense Allan Gross; luego, las relacionadas con la inmediata excarcelación de tres antiterroristas cubanos por Estados Unidos y su intercambio por un número indeterminado de prisioneros, y más tarde los anuncios de los intervenciones simultáneas de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro. Eso era suficiente. Nadie imaginaba que habría nada más.

Otros incluso se enteraron de la forma más inesperada de que algo grande estaba ocurriendo, como Ariadna, que desayunaba tranquilamente cuando recibió una llamada desde Miami y se atragantó al escuchar del otro lado de la línea la voz de su madre preguntándole alarmada: “¡Niña, ¿la cosa por ahí está tranquila?! Porque el ambiente aquí está revuelto y todo el mundo anda diciendo que hoy se acaba el embargo!”.

A las 12.00 todo el que pudo se clavó delante del televisor y entre aplausos y hasta lágrimas recibieron la confirmación por el presidente de que “nuestros tres héroes ya se encuentra en la patria”.

Pero la noticia siguiente sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas dejó boquiabierto a medio país, incluido el jubilado Juan, que con los ojos casi desorbitados y el cuerpo inclinado hacia adelante en su sillón repetía una y otra vez: “¿Yo estoy oyendo mal, Marta?”.

Y Marta, ya casi a moco tendido, exclamaba: “¡Ave María purísima, yo pensé que me iba a morir si ver esto!”.

La unanimidad es un concepto bastante abstracto e improbable, pero esta vez Radio bemba estuvo muy cerca de lograrlo, porque más allá de las motivaciones de cada cual, nadie ha negado, al menos en Cuba, que este 17 de diciembre fue un día histórico.

Y por si fuera poco, el notición cayó el día de San Lázaro, posiblemente el santo más venerado en Cuba después de la Caridad del Cobre.

“¡Y todavía dicen que San Lázaro no hace milagros!” fue el grito de fe de Margot, una negra santera, parada ante su televisor y elevando las manos al cielo, mientras que aquellos que no pierden oportunidad para el choteo se preguntaban “quién será el creyente ¿Obama o Raúl?”, no sin antes correr a encender una vela morada al santo de las muletas, “por si acaso”.

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