En radio bemba, donde la unanimidad es extraña, la entrada en vigor el 9 de noviembre de las medidas anunciadas por el presidente Donald Trump el 16 de junio último en Miami, ha recibido un rechazo casi total en La Habana, porque perjudican tanto al Estado cubano como al emergente sector privado que Washington dice apoyar, y a los estadounidenses en general, que vuelven a ver la isla como una fruta prohibida. En radio bemba, donde la unanimidad es extraña, la entrada en vigor el 9 de noviembre de las medidas anunciadas por el presidente Donald Trump el 16 de junio último en Miami, ha recibido un rechazo casi total en La Habana, porque perjudican tanto al Estado cubano como al emergente sector privado que Washington dice apoyar, y a los estadounidenses en general, que vuelven a ver la isla como una fruta prohibida.
Parte de esa medidas arrecian las trabas a los viajes de los norteamericanos a Cuba y con ello intentan obstaculizar el turismo, del que se benefician las empresas cubanas, pero más se resiente el creciente número de negocios privados, desde restaurantes y alojamientos hasta los famosos almendrones descapotables, que son muy frecuentados por los viajeros de EEUU.
Algunos opinan que, aunque los vuelos y los cruceros a La Habana se mantienen, las prohibiciones a la larga reducirán la demanda y harán inviables esos negocios que proporcionan cientos de millones de dólares a las empresas estadounidenses.
Los más, aunque indignados, advierten que las medidas, si bien son una marcha atrás en las relaciones bilaterales, no le quitan el sueño a nadie y hay quienes aseguran que Trump ?será uno más de los presidentes que no consiguieron nada en Cuba?.
