Cada vez son más las motos eléctricas que circulan por las calles de La Habana y otras ciudades de Cuba, donde se han convertido ?según quienes han tenido la posibilidad y la suerte de adquirirlas- en una buena opción para sortear los perennes problemas del transporte urbano.
Cada vez son más las motos eléctricas que circulan por las calles de La Habana y otras ciudades de Cuba, donde se han convertido ?según quienes han tenido la posibilidad y la suerte de adquirirlas- en una buena opción para sortear los perennes problemas del transporte urbano.
Sus defensores agregan que tienen la ventaja de que no contaminan el medio y, sobre todo, que no emplean gasolina, y por tanto, sus propietarios se quitan de encima, además, el dilema de comprar el combustible, tan caro en las gasolineras de Cupet.
Sin embargo, no todo es color de rosa, porque muchos se quejan de sus precios demasiado altos para un vehículo de esa categoría (poco más de 3.000 CUC) lo que para cualquier cubano común y corriente significa estar ahorrando durante años, aunque a decir verdad, vuelan inmediatamente que aparecen en las tiendas.
Pero lo peor, advierten, llega después de comprarlas, pues aunque las motorinas son fabricadas en Cuba, buena parte de sus piezas son de importación, y en el caso específico de las baterías, cuando se agotan es casi una misión imposible hallarlas en las tiendas estatales y hay que recurrir al mercado negro, donde hay de todo, pero se corre siempre el riesgo de que vendan gato por liebre.
