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Francisco HUERTA Secretario ejecutivo del Convenio Internacional Andres Bello

Con permiso... Tres preguntas

En declaraciones a Prensa Latina el secretario ejecutivo del Convenio Internacional Andrés Bello (CAB), Francisco Huerta, asegura que sería necesario un gran esfuerzo de todos los implicados en el gran sector educativo de Latinoamérica para conseguir borrar, de una vez por todas, las desigualdades que, en este aspecto, caracterizan a una región donde aún hay más de 39 millones de personas que no saben leer ni escribir. El CAB es un proyecto internacional fundado en 1970 suscrito con la idea de promover relaciones interactivas entre los países del mundo para potenciar la educación. En declaraciones a Prensa Latina el secretario ejecutivo del Convenio Internacional Andrés Bello (CAB), Francisco Huerta, asegura que sería necesario un gran esfuerzo de todos los implicados en el gran sector educativo de Latinoamérica para conseguir borrar, de una vez por todas, las desigualdades que, en este aspecto, caracterizan a una región donde aún hay más de 39 millones de personas que no saben leer ni escribir. El CAB es un proyecto internacional fundado en 1970 suscrito con la idea de promover relaciones interactivas entre los países del mundo para potenciar la educación.

-¿Cuáles son los principales objetivos en Latinoamérica de la organización internacional en la que usted trabaja?

-El Convenio Andrés Bello de Integración Educativa, Científica, Tecnológica y Cultural (CAB), se suscribió en enero de 1970, a fin de promover relaciones interactivas y para el desarrollo entre los países que los suscribieron en la rama educativa. Desde entonces hasta hoy ha habido avances, pero queda mucho por hacer. En este momento, sería más necesario que nunca crear una red de educadores para lograr la integración regional en América Latina en este sector. En nuestra opinión se precisa de la movilización de los pedagogos en todos los ámbitos, para que se consiga el reto de superar la actual inequidad educativa, se pueda acceder a las metodologías integracionistas y se consiga elevar sustancialmente la calidad de la educación. El intercambio debe ser real, por lo que debemos pensar en mecanismos de integración reales. Y esa ha sido, además, la línea fundamental de la conferencia sobre educación e integración que he pronunciado en La Habana en este Congreso Pedagogía 2007. Un evento, cuyos objetivos coinciden bastante con los del CAB.

-¿Qué problemas ha detectado el CAB en la región y cómo deberían afrontarse para obtener resultados?

-Creo que resulta urgente en este momento que los profesionales de la educación inicien el debate pendiente sobre los grandes temas que afectan a este sector e intercambien ideas para adoptar compromisos realistas dirigidos a reducir las brechas existentes en Latinoamérica. Una de las regiones del mundo con mayores desigualdades y peores resultados educativos. Nosotros gracias a las campañas de alfabetización, en las que colabora el CAB con un Plan Iberoamericano específico para conseguir este propósito, hemos llegado a obtener la certeza de las enormes diferencias que se producen en esta área geográfica, donde 39 millones de personas no saben todavía ni leer ni escribir. Un asunto bastante grave en realidad al que hay que poner fin lo más inmediatamente que sea posible. Nosotros creemos que es necesario avanzar en la formación de docentes y aumentar considerablemente la calidad de la enseñanza, en especial la universitaria, la cual debe asumir un papel fundamental en las transformaciones sociales, a partir de una educación basada en la ética y los principios.

-¿Considera el CAB que los gobiernos y los profesionales del sector del subcontinente están dispuestos a colaborar en estos propósitos?

-En este hemisferio es posible encontrar muy buenos profesionales, pero muchos de ellos aparecen realmente carentes de ética, lo cual lacera cualquier proceso de integración debido a que un personal así sería capaz de, incluso, firmar un convenio para obtener ganancias individuales, aún en detrimento de su país. Aunque no siempre es así, por supuesto. En la colaboración que mantiene el CAB con los países en los que desarrollamos nuestro trabajo existen programas magníficos en varias naciones, pero no siempre es fácil colaborar por los obstáculos impuestos por los políticos de turno y las legislaciones vigentes. Pero esas dificultades no deben hacernos olvidar los retos para la integración educativa en Latinoamérica. Unos retos, cuya solución pasa también por aspectos que se encuentran fuera de la propia labor educativa pero son colaterales a ella. Me refiero a la necesidad de que se produzcan en la región cambios sociales serios y profundos, ante el desinterés de varios gobiernos de la zona por contribuir en este objetivo.

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