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La Isla busca aumentar su oferta con más opciones para los viajeros ecologistas

LAS AVES PROCEDENTES DE EEUU a vuelan sin descanso hasta llegar a ese gran corredor migratorio, uno de los mayores del área caribeña, donde evaden los rigores del invierno. LAS AVES PROCEDENTES DE EEUU a vuelan sin descanso hasta llegar a ese gran corredor migratorio, uno de los mayores del área caribeña, donde evaden los rigores del invierno.

Por lo general son de tamaño pequeño y colores diversos, algunos muy llamativos. En ese escenario, declarado Reserva de la Biosfera, ocupan todo el mosaico vegetal pues habitan en bosques, manglares, en la flora de ciénaga y en la vegetación de costa; allí recobran fuerzas para continuar la ruta de la emigración.

La observación de aves sobresale entre las opciones ecoturísticas en ese punto del archipiélago cubano, a donde arriban europeos y estadounidenses equipados con cámaras y binoculares para apreciar la biodiversidad local. Acompañados de guías, los visitantes recorren senderos de la extensa selva tropical en busca del tocororo, el ave nacional de Cuba por ser rojo, azul y blanco, los colores de la bandera, la paloma perdiz o el zunzuncito, considerado el ave más pequeña del planeta por alcanzar apenas siete centímetros de talla.

Una excelente opción para los amantes de la naturaleza, quienes pueden encontrar en la isla algo más que sol, playa, música, mojitos, habanos y mulatas.

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