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El ambiente preelectoral de Miami vuelve a poner de manifiesto la division del anticastrismo radical

En 15 días...

Las elecciones locales de noviembre en Florida, donde entre otros cargos se renueva el correspondiente al gobernador del Estado, parecen tener como es habitual una fuerte influencia en la comunidad hispana de Miami. Las elecciones locales de noviembre en Florida, donde entre otros cargos se renueva el correspondiente al gobernador del Estado, parecen tener como es habitual una fuerte influencia en la comunidad hispana de Miami. Ante citas como esta, en la que las urnas dejarán clara la diferente representatividad de los distintos colectivos, siempre se agita el panorama y, desde hace años estos movimientos dejan al descubierto la falta de unidad de la comunidad cubanoamericana, donde quienes más acaparan los medios o condicionan la expresión libre de las ideas parecen estar perdiendo espacio y cediendo el control de esa mayoría que sirvió, por ejemplo, para que el actual inquilino de la Casa Blanca accediera a la presidencia en 2000, gracias a un puñado de votos cubanoamericanos, más que dudosos, que se le adjudicaron en Florida.

Estos movimiento sísmicos comenzaron cuando murió Jorge Mas Canosa, el gran líder aglutinador del anticastrismo ultraconservador, y se han acentuado desde entonces. Con el trono vacante, el congresista Lincoln Díaz Balart, antiguo comparsa del líder en Washington, parece emerger como un aspirante al puesto. Pero las relaciones que ha establecido en su partido, en los años de pasillo parlamentario, le perjudican. Le han servido ahora a Jorge Mas Santos, el heredero consanguíneo y actual presidente de la Fundación Cubanoamericana, para insinuar que Washington podría estar dispuesto a negociar la transición hacia la democracia con los mismísimos hermanos Castro, traición con la que tendría relación el propio Díaz Balart. Y hasta ha pagado una página de publicidad en el Herald para demostrarlo. El posterior desmentido llegó en mal día, justo cuando se supo que Washington no tiene prisa por sacar a Posada Carriles de la cárcel, por su perfil de peligro público. Está claro, para Bush y Rice este dolor de cabeza sobra y no están dispuestos a comprometer la credibilidad de su política terrorista en este asunto.

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