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La supuesta transición en el poder de la Isla no ha traído casi ningún cambio perceptible a los ciudadanos

En 15 días...

Hubo poco dinero a ganar en las apuestas callejeras sobre la presencia o la ausencia de Fidel Castro en el desfile del 2 de diciembre. Hubo poco dinero a ganar en las apuestas callejeras sobre la presencia o la ausencia de Fidel Castro en el desfile del 2 de diciembre. Los corredores de apuestas, que existir existen como las meigas gallegas aunque no se les vea, habían definido una proporción de 80 a uno favorable a que el líder cubano no participaría en la celebración de su ‘re-cumpleaños’. Evidentemente acertaron, pero como el tino baja en este negocio de modo sustancial los dividendos, crearon un rumor positivo a partir de las palabras de Fidel leídas el 29 de noviembre en el Carlos Marx ante 1.600 invitados que acudieron a la convocatoria de la Fundación Guayasimin por el 80 cumpleaños. Se trataba de convencer a los fidelistas más conspícuos de que el milagro era posible. Al final, la lógica callejera se impuso y el comandante quedó en su paradero desconocido y con su estado clínico protegido por el secreto de Estado.

Algunos medios, en línea imaginativa, han querido ver el discuso del 2 de diciembre como el inició del “raulísmo”. En definitiva, deben referirse en realidad, al fidelismo sin Fidel. De hecho, desde que el Consejo de Regencia, al estilo caribeño, llegó al poder a principios de agosto, no se han observado cambios sustanciales en la práxis del ejercicio político en la Isla. Y, en todo caso, este periodo de casi cuatro meses sólo ha servido para certificar que emerge en el poder un selecto grupo de generales a quien sólo parece acompañar un elemento civil: Carlos Lage. Probablemente gracias a algunas características de este político, como su presentabilidad institucional, el razonable conocimiento que posee sobre la entraña económica del sistema y la observancia fiel a las normas del clan.

La tan destacada oferta de diálogo con EEUU, que Raúl enunció en su intervención, parece de momento más un entendimiento entre responsables castrenses que otra cosa. Y quizá también una forma de diferenciar su imagen de la de su hermano.

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