Desde los últimos compases del pasado mes de agosto, cuando resultó evidente que el regreso de Fidel Castro al poder que había transferido no sería inmediato, se han sucedido las declaraciones de miembros cercanos al nuevo poder instaurado en la Isla en las que se define para Raúl Castro un perfil aperturista y reformador, en lo político y en lo económico, derivado de su querencia por las experiencias que se han llevado a cabo en China y Vietnam. Desde los últimos compases del pasado mes de agosto, cuando resultó evidente que el regreso de Fidel Castro al poder que había transferido no sería inmediato, se han sucedido las declaraciones de miembros cercanos al nuevo poder instaurado en la Isla en las que se define para Raúl Castro un perfil aperturista y reformador, en lo político y en lo económico, derivado de su querencia por las experiencias que se han llevado a cabo en China y Vietnam. En estas declaraciones, en las que nunca se identifica al informador, se marcan las diferencias entre los dos hermanos y hasta se insinúa, como en un reciente trabajo publicado en Financial Times, que al mandatario en funciones no le gusta trabajar de noche, ni que personas ajenas a la jerarquía ministerial se encarguen de realizar funciones que corresponden en realidad a los responsables de las carteras concretas.
Sin poner en duda que eso fuera posible, lo cierto es que casi siete meses después de la cesión temporal del poder, al menos en la superficie más visualizable del acontecer político de La Habana, lo único que se ha podido observar es una absoluta continuidad que también se ha trasladado al día a día. Y también algunas nuevas declaraciones de Raúl que, en realidad, son reiteraciones de ideas que él ya había lanzado anteriormente. Como por ejemplo, sus últimas manifestaciones sobre la necesidad de que sea el Partido Comunista en su conjunto quien sustituya a Fidel.
Y, en otros casos, como la vaga promesa de que las nuevas generaciones accederán al poder, lo que hay realmente es lo contrario, como demuestran los cambios de ministros introducidos desde que Raúl ocupa temporalmente el poder donde quienes han accedido a las responsabilidades más altas no son precisamente miembros de la joven cosecha de dirigentes. Tampoco hay, como se rumoreaba en La Habana, una ampliación de las figuras autorizadas del cuentapropismo o cualquier otra señal real de que va a procederse a la apertura de mercados. Eso sí. La economía mejora.
