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El Papa ha intentado asegurar el protagonismo de la Iglesia en el futuro de Cuba

En 15 días...

Los tiempos de quienes definen la estrategia de la Iglesia Católica tienen poco que ver con los del resto de los mortales. Los tiempos de quienes definen la estrategia de la Iglesia Católica tienen poco que ver con los del resto de los mortales. Por éso, probablemente, quien intenta analizar los resultados de la reciente visita a Cuba de Benedicto XVI -o incluso la realizada a finales de los noventa por su antecesor Juan Pablo II- puede equivocarse. Sobre todo si intenta comparar la actividad de los pontífices con la desarrollada por cualquier líder político al uso que viaja a un país controlado por un régimen personalista con la excusa de impulsar la democracia y con un buen puñado de intereses comercialesen la cartera. Aunque, algunos analistas encuentran puntos de contacto entre esa actitud generalizada y el papel que ha jugado en esta ocasión el Sumo Pontífice en su periplo de 56 horas por la mayor de las Antillas. Un tiempo en el que el jefe de estado del Vaticano realizó constantes equilibrios en la cuerda para satisfacer a unos y otros y, sobre todo, cumplir con los propósitos que tenía cuando decidió hacer este viaje.

El catálogo de las demostraciones de funambulismo de Benedicto XVI ha sido amplio : La afirmación de que tanto Cuba como el mundo tienen que cambiar, las criticas al marxismo, por un lado y al embargo estadounidense, por otro. Y las aparentes concesiones al régimen como la entrevista con Fidel o la ausencia de contacto directo con los disidentes.

Todo con esa ambiguedad calculada que define a lo que se ha dado en llamar diplomacia vaticana. Pero a la vez, convendría no perder de vista las actividades paralelas realizadas por el Arzobispo de Miami, Thomas Wenski, y el peculiar grupo de peregrinos que le acompañaba. Juegos bajo la mesa de los que ha trascendido muy poco, pero que han sido tan importantes como la parte visible de una visita papal en la que sí ha quedado algo claro. La Iglesia pretende fortalecer la sociedad civil, pero no a cualquier precio. Quiere que sean sus lideres seglares quienes lideren el cambio y busca colocarles en todos los ámbitos de poder. Y es probale que el Gobierno cubano esté al tanto de este propósito y lo tolere, mientras también pueda sacar partido del proceso.

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