Todo llegará. En algún momento los rumores se convertirán en realidad y en la Isla se pondrá en marcha la construcción de uno de esos complejos con ‘resorts‘ y campos de golf que se han anunciado desde hace tiempo, como posibles dinamizadores de la oferta turística cubana. Todo llegará. En algún momento los rumores se convertirán en realidad y en la Isla se pondrá en marcha la construcción de uno de esos complejos con ‘resorts‘ y campos de golf que se han anunciado desde hace tiempo, como posibles dinamizadores de la oferta turística cubana. Existen ya más de una decena de proyectos, bien avanzados, que cuentan con el apoyo de inversores solventes y que podrían llevarse a cabo en muy poco tiempo si llegara el caso. Sin embargo, de momento, cada vez que parece que todo está a punto de arrancar se produce un nuevo retraso. Quizá porque para conseguir que estos proyectos despeguen de verdad hace falta algún que otro cambio en la legislación cubana que no termina de llegar y que es indispensable, sin lugar a dudas. De tal modo que, antes o después, tendrá que producirse.
El asunto fundamental se concentra en las características que deben tener los títulos de propiedad que se entregarán a los eventuales compradores de una propiedad inmobiliaria en estos complejos. Estos documentos tienen que ser válidos para permitir que cualquier interesado pueda conseguir un crédito cuya garantía sea la propiedad que va adquirir. Lo que se conoce comunmente como ‘hipoteca‘ en casi todo el mundo.
Sin la posibilidad de que cualquier comprador individual pueda conseguir la financiación adecuada las posibilidades de éxito de estos proyectos serían mucho menores. Sin contar, además, con que la limitación de los clientes potenciales configuraría un curioso universo que quizá tampoco fuera el más interesante para aquello que el Ministerio de Turismo quiere conseguir con estos proyectos inmobiliarios que se mueven en torno a los campos de golf. Si sólo puede adquirir una de estas villas o de estos apartamentos alguien que posea el dinero en efectivo para hacerlo, por fuerza todos los compradores tendrán que pertenecer al exclusivo club de los muy millonarios. O lo que es peor, ser una de esas personas cuya fortuna es de origen incierto.
