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Las nuevas generaciones de cubanoamericanos ya no creen tampoco en el embargo

En 15 días...

Hay quien lo da por hecho. Pero conviene ser cauteloso en esta clase de asuntos. Hay quien lo da por hecho. Pero conviene ser cauteloso en esta clase de asuntos. ¿Rematará Barack Obama su mandato levantando el embargo que EEUU mantiene sobre Cuba desde hace cinco décadas? Para algunos analistas, la posibilidad empieza a ser real. Sobre todo tras la reciente publicación de un editorial en el prestigioso diario estadounidense ‘The New York Times‘, en el que se pide con absoluta claridad que el presidente ponga fin a esa política fallida y restablezca las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana. Inmediatamente, si puede ser. Casi tan importante como esta petición directa y sin recovecos ni la necesidad de segundas lecturas para entender el mensaje es, siempre según los ‘cubanólogos‘ de guardia, el hecho de que el periódico se haya preocupado por publicar también el texto en español para que cualquier interesado en la materia tuviera constancia de la posición editorial que el principal diario de EEUU mantiene sobre este asunto.

Los editorialistas del New York Times, por cierto, no se muestran complacientes con La Habana. En absoluto. En el texto se asegura que el Gobierno cubano sigue acosando a los disidentes y frenando la apertura política, a pesar de que el clima haya mejorado y haya una mayor permisividad hacia las posiciones críticas. Incluso se afirma que las autoridades de la Isla tienen que explicar mucho más detalladamente, y de forma más convincente, “las sospechosas circunstancias que rodearon al fallecimiento del disidente Osvaldo Payá”. Y, sin embargo, se piensa que la mejor manera de facilitar el tránsito de Cuba hacia la democracia pasa por levantar el embargo. Una medida que, además, podría frenar nuevas oleadas de emigrantes cubanos dispuestos a buscar una vida mejor en el país norteamericano y que, y quizá aquí esté la verdadera motivación de este editorial histórico, impediría que el mercado cubano quedará en manos de países como Rusia, China o Venezuela, sin que las empresas estadounidenses pudieran beneficiarse de las oportunidades de negocio que pueden encontrarse allí.

Ese cambio, fundamentado también en la opinión de las nuevas generaciones de cubanoamericanos, que ya no creen tampoco en el embargo, quizá haya precipitado el nuevo interés de la diplomacia española por restablecer las buenas relaciones con la Isla. Parece que muy pronto el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, viajará a La Habana. Y, aunque la visita llega con retraso, no deja de ser un paso en la dirección correcta.

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