Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Gente, gente, gente

Aún sin la casi inalcanzable aureola histórica de Alicia Alonso, Viengsay Valdés se ha labrado a pesar de su juventud un espacio y un nombre en la exigente plantilla del Ballet Nacional de Cuba. Aún sin la casi inalcanzable aureola histórica de Alicia Alonso, Viengsay Valdés se ha labrado a pesar de su juventud un espacio y un nombre en la exigente plantilla del Ballet Nacional de Cuba.

Tanto es así, que ya hasta un libro le han dedicado a su figura, “De acero y nube”, presentado por la Casa Editorial Ruth en la XXIII Feria Internacional del Libro Cuba 2014. El texto, dicen, tiene un carácter testimonial, pues su autor, Carlos Tablada, era amigo de la familia de la destacada bailarina y fue testigo de su evolución desde que inició sus estudios en la Escuela Elemental de Ballet hasta llegar a la cúspide de su carrera, logrando forjar un estilo en el cual, como el título indica, se mezclan dos elementos en esencia tan opuestos como el acero y la nube.

Para el historiador del ballet, doctor Miguel Cabrera, autor del prólogo del libro, este “constituye un vívido retrato de esta excepcional mujer, tanto en su condición de artista como de ser humano”.

Para la protagonista, en cambio, lo esencial en el libro es el reflejo de los que influyeron en su éxito, desde su abuelita que la llevó a dar los primeros pasos en ese difícil arte y sus profesores de la escuela de ballet, hasta el maestro Fernando Alonso, un constante evaluador de sus actuaciones, defectos y logros.

A diferencia de otras bailarinas que han hecho la mayor parte de su carrera en el exterior, Viengsay se ha mantenido dentro del BNC, y reconoce que las ofertas “han sido muchas, de varios países y compañías. La más importante, el contrato que me ofreció la Scala de Milán, que me interesaba mucho desde el punto de vista artístico, pero no tuve dudas y preferí continuar con mi compañía, con el Ballet Nacional de Cuba”.

Y como para reafirmarlo puntualiza que “amo tanto al ballet, mi amor por mi arte, como a Cuba y al Ballet Nacional. Me entrego tanto a la compañía como a Cuba. Y me siento muy orgullosa del lugar al que pertenezco”.

Alagada por el libro, pero con los pies bien puestos en la tierra, Viengsay asegura que su máxima aspiración en la vida es “seguir siendo como soy, seguir siendo aun más imprescindible para la escuela cubana de ballet, para nuestra compañía, para nuestro país; seguir representando a Cuba en todas las galas que pueda interpretar, ahora y en el futuro”.

Erisbel Arruebarruena se sumó recientemente a la ya larga lista de cubanos que han dado el salto a las Grandes Ligas de Estados Unidos gracias a ofertas que resulta demasiado difícil rechazar, pues este mulato con apellido de sonoridad vasca está a punto de firmar un contrato con los Dodgers de los Ángeles, según varias fuentes bien informadas, por casi 25 millones de dólares, y ya se da por seguro, aunque todavía está pendiente de los exámenes médicos de rigor y los trámites legales de inmigración, pues el Grillo, como lo conocen en su sueña provincia de Cienfuegos, anda por Dominicana.

Arruebarruena era hasta ahora una de las figuras jóvenes del béisbol cubano con mayor proyección, caracterizado por sus virtudes defensivas y la potencia de su brazo, gran facilidad para las jugadas de doble play por su rapidez en la transferencia de la pelota desde el guante a la mano, y su precisión en los disparos. Todo ello indica, según especialistas, que se encuentra por encima de la media de los torpederos en materia defensiva y con posibilidades de mejorar más, dada su edad, 23 años.

En caso de concretarse el acuerdo, Arruebarruena engrosaría la lista de jugadores cubanos que han “saltado el charco”, y en los Dodgers en particular, se encontraría con sus compatriotas Alexander Guerrero y Yasiel Puig.

La sangría que está sufriendo la pelota cubana es tal que la prestigiosa revista ESPN Sports dedica su edición de febrero al béisbol de la isla con el sugerente título “Cuba: Opening the next great pipeline in sports”. Nada figurativo, pues solo en la temporada pasada 21 peloteros nacidos en Cuba estaban jugando en Grandes Ligas.

Precisamente, en una entrevista aparecida en ese número, uno de los hijos de Fidel Castro, Antonio, vicepresidente de la Federación Internacional de Béisbol, insiste en algo que a su progenitor, defensor a capa y espada del deporte amateur, le puede poner los pelos de punta: que los peloteros cubanos que juegan en cualquier liga, incluso las mayores, formen parte del equipo nacional, algo que, por ahora, parece ser solo un sueño, pues el embargo económico de EEUU, no lo permite”.

Más información

Scroll al inicio