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La agitación y el sobresalto han vuelto a confirmarse como factores habituales en la vida cotidiana de la sufrida población cubana

En 15 días...

La agitación y el sobresalto han vuelto a confirmarse como elementos básicos de la jornada diaria del cubano de a pie en estos últimos días con una fuerte sacudida que ha afectado a los mercados agropecuarios, puntos de venta que constituyen uno de sus principales sistemas alternativos para conseguir alimentarse de forma habitual. La agitación y el sobresalto han vuelto a confirmarse como elementos básicos de la jornada diaria del cubano de a pie en estos últimos días con una fuerte sacudida que ha afectado a los mercados agropecuarios, puntos de venta que constituyen uno de sus principales sistemas alternativos para conseguir alimentarse de forma habitual.

Y junto a esa inquietud, casi en paralelo, han vivido otra: los intensos rumores de una inminente revaluación del peso cubano frente al peso convertible (CUC) que provocaron en el fin de semana del 11 y 12 de noviembre una tremenda confusión entre los habitantes de la Isla y propiciaron un espectáculo de largas colas y falta de efectivo en las casas oficiales de cambio del país, porque los isleños querían aprovechar lo que creían que iba a ser su última oportunidad para conseguir 24 pesos cubanos por cada CUC. En ese momento se creía en la Isla que pocas horas después cambiaría la paridad y sólo obtendrían 20 pesos cubanos por convertible. Algo que, hasta el cierre de esta edición, no ha sido confirmado por ninguna instancia oficial.

La batida de los inspectores sobre los mercados agropecuarios, que responde a la lógica de los movimientos peristálticos que impulsa el Gobierno cubano en su particular lucha contra esos molinos de viento inalcanzables que se concretan en las “mil y una formas de la resolvedera”. Que son la maneras en que a la postre los ciudadanos de Cuba consiguen llegar victoriosos a la meta diaria de poner alimentos sobre la mesa para desayunar, almorzar y cenar. De hecho, lo único que tiene claro la cubanía anónima es que con los salarios que reciben los trabajadores del país no podrían, ni de lejos, cubrir sus necesidades básicas, cuya satisfacción queda, por lo tanto, de un modo constante, necesitada del empleo de altas dosis de “imaginación resolutiva”.

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