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La Cuba oficial mantiene sus obsesiones mientras la vida de los habitantes de la Isla sigue su curso

La vida mantiene su pulso en la isla con pocas variaciones sobre el guión habitual. La vida mantiene su pulso en la isla con pocas variaciones sobre el guión habitual. La Cuba oficial mantiene sus paradigmas con dos obsesiones principales, el mantenimiento y la difusión de los logros conseguidos gracias a sus dos alianzas internacionales más recientes, los lazos que ha conseguido tender La Habana hacia Caracas, ya casi un viejo amigo, y Pekín, el poderoso recién llegado, y la encarnizada batalla que los dirigentes mantienen contra la corrupción empresarial en todas sus fórmulas. Dos puntos de apoyo junto a los que no falta el tradicional enfrentamiento con Washington que siempre mantiene su vigencia gracias al empeño, a la simbiosis, según algunos comentaristas, que han alcanzado los presidentes que gobiernan a ambos lados del Estrecho de Florida.

Mientras, la población se mantiene en su lucha diaria. En ese tranquilo divorcio entre unos y otros se entiende que el contencioso que ha enfrentado a Eloy Gutiérrez Menoyo con el Departamento del Tesoro de EEUU casi haya pasado desapercibido.

A la vez, el dólar estadounidense, que durante más de un lustro fue casi la moneda principal del país caribeño, continúa desaparecido tras la penalización del 10% impuesta sobre su cotización hace unos meses. Y ya casi ha sido olvidado. Mientras fluyan los pesos convertibles y se puedan seguir realizando las transacciones necesarias para el día a día, la máquina parece dar la impresión de poder seguir en marcha, pese a las incertidumbres económicas.

Así, incluso se habría sorteado el previsible agobio financiero que podría derivarse de la drástica reducción de la exposición crediticia que han realizado en el último año los bancos internacionales que operan en Cuba. Tal vez este proceso se pueda calificar, como han hecho algunos analistas, de hipoteca de incertidumbre para el futuro, pero esas consideraciones son difíciles de entender para unos dirigentes y una población que han hecho de la supervivencia diaria la mayor virtud.

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