Agosto ha llegado a Cuba con el mismo cóctel que julio: altas temperaturas, cortes de electricidad y un deterioro económico que no muestra señales de mejora. A pesar del triunfalismo en los telediarios, la realidad en las calles es de desgaste social y de un malestar que crece día a día.
Calor y apagones marcan la rutina diaria El calor extremo y los apagones se han convertido en una constante. El pasado fin de semana, una tromba marina frente al Malecón habanero sorprendió a residentes y turistas, aunque no llegó a tocar tierra. La imagen, tan espectacular como inquietante, recuerda la fragilidad del entorno y la vulnerabilidad de la isla.
El sistema eléctrico no ofrece señales de mejora y las interrupciones en el suministro siguen alterando la vida cotidiana. La población asume este escenario con resiliencia, aunque esa paciencia empieza a agotarse
Una economía sin señales de recuperación El panorama socioeconómico es cada vez más crítico. Las sanciones heredadas de la Administración Trump y la falta de reformas estructurales bloquean cualquier avance. Ningún sector productivo aporta resultados alentadores y la economía parece estancada.
La falta de soluciones reales alimenta el temor de que la crisis económica pueda transformarse en un conflicto político de mayor envergadura.
Parlamento bajo presión El Parlamento cubano sigue proyectando una imagen de unanimidad casi total, algo que muchos consideran poco creíble. Salvo excepciones como la ministra de Trabajo y Seguridad Social, que ha apostado por la transparencia y el debate, la mayoría de los dirigentes continúan en una línea de disciplina cerrada.
En un contexto de crisis, la falta de debate y de medidas innovadoras puede convertirse en un factor que acelere el descontento social.



